Votamos esta semana de nuevo en España y todos deseamos estabilidad y desarrollo. Veremos cómo de responsables somos. Si algo preocupa antes estas elecciones es la capacidad de generación de empleo.
Con independencia de políticas hacia un lado u otro, todos deseamos algo de luz en el horizonte al respecto.
Lo otro, el asunto de emprender tiene otra dimensión y otra perspectiva.
Muchos tendrán que hacerlo para encontrar estabilidad y otros lo hacen por que creen en ello, muy a pesar del trato que tienen los autónomos y las empresas en nuestro país, especialmente en el arranque.
La encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre ha confirmado lo que el consenso económico venía anunciando durante los últimos meses.
La economía española se encuentra en una fase de desaceleración y el menor ritmo de crecimiento se convierte en una creación menor de empleo.
Entre julio y septiembre la tasa de paro apenas ha bajado una décima, hasta situarse en el 13,9%; y se han creado 69.400 empleos.
Estamos ante una evidencia que ya no puede disimularse: la economía está en un periodo de ralentización, que no de recesión. Y es muy probable que, como avanzó Mario Draghi en su despedida, el bajo crecimiento se mantenga, en España y en Europa, durante largo tiempo.
Mucho ha sido consecuencia de la ausencia de poder en el gobierno y en otro orden de factores externos. Los pronósticos no son buenos.
Qué hacer en este entorno de poca esperanza laboral. Siempre la alternativa para ordenar la vocación y la actividad es emprender.
Hay datos que nos indican este año que continúa estrechándose la brecha de género entre los emprendedores de todo el mundo, más aún en España.
También aquí salimos especialmente favorecidos dado que España ocupa el puesto número 16 por delante de países como Alemania (19), Japón (20) o Reino Unido (30).
El primer puesto en el ranking lo ostenta Qatar mientras que EE.UU figura en sexto lugar.
Contrastando datos en España la actividad emprendedora continua en aumento.
A grandes rasgos el 70,2% de la actividad emprendedora correspondió a iniciativas impulsadas por oportunidad, mientras el 26% correspondió a iniciativas impulsadas por necesidad, consecuencia de falta de alternativas laborales del mercado.
De este 70,2% un 42,8% buscaba mayor independencia al emprender, un 45% aumentar ingresos, un 8,8% mantener ingresos y un 3,4% tenía otras motivaciones.
La burocracia, impuestos y falta de educación y formación emprendedora en etapa escolar son asignaturas pendientes .
Buscando oportunidades ante el contexto que nos encontramos necesitamos desde nuestra educación (la escuela, la universidad y otras instituciones) la capacidad de impulsar más vocaciones al emprendimiento.
Desarrollar nuevos negocios que generen riqueza y potencien y consoliden la figura del emprendedor como el gran empresario del futuro.
La formación que tengamos ante las nuevas decisiones de futuro y aquella formación que podamos conseguir para elevar nuestra competencia ante el emprendimiento serán claves para conseguir una estabilidad y hacer lo que nos gusta.
Francisco García Cabello
Fundador y Director General de Foro Recursos Humanos de AZC Global