Este domingo 3 de diciembre se ha celebrado el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la situación de las personas con discapacidad en nuestra sociedad y los desafíos que enfrentan para ejercer sus derechos y participar plenamente en todos los ámbitos de la vida.
Uno de esos ámbitos es el laboral, donde aún persisten importantes barreras y brechas que dificultan el acceso, la permanencia y el desarrollo de las personas con discapacidad. Según el último informe del Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo en España (ODISMET), la tasa de actividad de las personas con discapacidad en 2020 fue del 35,2%, frente al 78,5% de las personas sin discapacidad. Además, la tasa de paro de las personas con discapacidad fue del 28,6%, casi el doble que la de las personas sin ella (15,5%). Estos datos evidencian la necesidad de impulsar medidas que favorezcan la inclusión laboral de las personas con discapacidad, tanto desde el sector público como desde el privado.
La inclusión laboral de las personas con discapacidad no solo es un derecho humano y una obligación legal, sino también una oportunidad estratégica para las empresas. Diversos estudios han demostrado que las organizaciones que cuentan con una plantilla diversa e inclusiva obtienen mejores resultados económicos, sociales y ambientales que las que no lo hacen . Algunos de los beneficios que aporta la inclusión son: la mejora de la reputación y la imagen corporativa, la atracción y retención del talento, la innovación y la creatividad, la satisfacción y el compromiso de los empleados, la fidelización de los clientes, la reducción de costes y el aumento de la productividad, la adaptación a las necesidades y expectativas de la sociedad y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Sin embargo, para lograr estos beneficios no basta con contratar a personas con discapacidad, sino que es necesario crear una cultura organizacional que las valore, las respete y las integre. Esto implica adoptar una serie de medidas que garanticen la accesibilidad, la igualdad de oportunidades, la no discriminación, la participación, la formación, el desarrollo profesional y la calidad de vida de las personas con discapacidad en el ámbito laboral.
Algunas de estas medidas son: el diseño y la implementación de planes de diversidad e inclusión, la sensibilización y la formación de los directivos y los trabajadores, la adaptación de los puestos de trabajo y los entornos físicos, la provisión de apoyos y ajustes razonables, la promoción de la carrera profesional y el reconocimiento del desempeño, la prevención de riesgos laborales y la protección de la salud, la conciliación de la vida laboral y personal, la participación en redes y alianzas con otras organizaciones y la evaluación y el seguimiento de los resultados y los impactos.
La inclusión laboral de las personas con discapacidad es un reto y una responsabilidad compartida por todos los agentes sociales, especialmente por las empresas, que tienen un papel clave en la construcción de una sociedad más justa, equitativa e inclusiva. En el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad es necesario hacer un llamamiento a las organizaciones para que se comprometan con la inclusión laboral de las personas con discapacidad y la incorporen como un eje transversal de su estrategia, su cultura y su gestión. Sólo así podremos avanzar hacia un modelo de desarrollo sostenible que no deje a nadie atrás.