Como función de RRHH nuestra misión es crear lugares de trabajo donde las personas florezcan, no languidezcan y así todos ganamos. Las personas viven vidas más plenas y las organizaciones consiguen mejores resultados, se previene el estrés y se mejora la salud mental.
Pero a la luz de la situación actual, parece que todo lo que hacemos, que es impresionante, no llega, no cala, no funciona. Advierto que no tengo una receta mágica, pero puede que un poco de esperanza para cambiar el chip del bienestar, la productividad y la prosperidad.
Crecí viendo a mi padre luchar siempre con el trabajo. Era carpintero. En aquellos tiempos de transición se encontró varias veces en paro, y eso era un generador de estrés magnificado. Pero cuándo conseguía un trabajo parecía el monotema en casa, y no por razones positivas: el jefe, las promesas incumplidas, lo arriesgado de hacer X o Y. No quiero hablaros de mi infancia, solo justificar mi fascinación eterna por el poder de trabajo para generar estrés por todos lados.
El trabajo parecía hacer honor al origen de su nombre. Según chatgpt, trabajo proviene del latín tripalium y se refiere a un antiguo instrumento de tortura compuesto por tres palos o estacas que se utilizaba para inmovilizar o castigar a las personas. Con el tiempo, la palabra tripalium evolucionó para referirse al concepto de trabajo, posiblemente debido a la asociación del trabajo con el esfuerzo y la dificultad.
Podría parecer que aún sigue siendo así si damos un vistazo a las cifras: a los últimos datos de la OMS en los que asocian los costes a la economía global de 1 billón de dólares, otro estudio cifra en un 60% las personas que languidecen en el lugar de trabajo. Y la última encuesta de Gallup cifra ya el engagement bajo mínimos: sólo 15% de personas, una y media de cada 10, está engaged, comprometida, en su trabajo. Y estos datos en un momento en el que la función de RRHH hace más que nunca por mejorar sus lugares de trabajo. Es una situación insostenible.
Siempre me senté en la fila de los optimistas, así que, si el trabajo tiene el poder de crear malestar en el trabajo, pues también abre la puerta a crear bienestar, ¿no os parece? Por esa razón en 2005 decidí subirme al proyecto financiado por la UE de implementar el Instituto Great Place to Work en España. Os puedo asegurar que en esos tiempos entre las críticas de los más escépticos las políticas y prácticas de las organizaciones aún no estaban al nivel que están ahora.
Pero entonces, ¿Cuál es el problema? ¿Cómo es posible que cuándo más hacemos, menos impacto tenemos?
Una de las razones es que el sector del bienestar tiene un alto valor económico, lo cual podría haber atraído a personas que no conocen en profundidad la materia, y ha llevado a una proliferación de elixires mágicos que prometen bienestar conectándose a una app. Apps cuya adherencia está por los suelos.
De hecho, hay quien opina que el remedio es peor que la enfermedad, pues al alzarse con la bandera de “haz esto y tendrás bienestar” se crean expectativas difíciles de cumplir. Y tras un período inicial de posible luna de miel con el mágico elixir, o su efecto placebo, el bienestar sigue brillando por su ausencia. Puede además que esos elixires mágicos generen más estrés que otra cosa, al ser otra cosa más que hacer. Y ese tipo de bienestar puede perjudicar seriamente la salud.
Pero puede que la cosa sea más sencilla. Para empezar el bienestar no se consume, no se compra, el bienestar se aprende. Y el bienestar es más bien “bienser”. El bienestar no es un momento de placer, lo que se conoce como “hedonismo” y que debe existir, por supuesto. Sin embargo, el bienestar es más bien “eudaimonia” y tiene que ver con algo así como un músculo, con una competencia que nos ayuda a superar las dificultades y hacer los esfuerzos en el trabajo y en la vida, con resiliencia para ser nuestra mejor versión. Y eso no se consume, es personal e intransferible, se aprende.
Sintetizar más de 25 años de obsesión con este monotema, miles de conversaciones, más de 500 empresas, más de 1.000 conversaciones con talento de RRHH, y más de 2 millones de personas, es una ardua tarea. Pero todo empieza por hacer algo distinto. No se trata de añadir un programa más con efecto efímero sobre las personas y permanente en la confianza de la gente, pero que queda muy bien de cara a la galería. Y ojo que entonces el bienestar perjudica seriamente la salud organizacional. Tal vez esta hoja de ruta de 5 pasos te sea útil.
- Prioriza: El bienestar no es solo un lujo, sino una necesidad fundamental y una herramienta estratégica. Dedica el tiempo y el espacio necesario para cultivarlo y convertirlo en una palanca estratégica para tu organización, elévalo e implica a los líderes
- Foco: Deja de seguir haciendo lo mismo de siempre. Evita la tentación de adquirir más herramientas o aplicaciones. A veces, menos es más. Simplifica tu enfoque y concéntrate en lo que realmente importa.
- Empieza por ti: El primer paso para cultivar un entorno de bienestar es cuidar a aquellos que cuidan a los demás, es decir, al equipo de Recursos Humanos. Algunos estudios apuntan a elevados niveles de desgaste. Prioriza el bienestar de tu equipo y estarás dando un paso crucial hacia el éxito organizacional.
- Integración: Reúne todas tus iniciativas y programas de Recursos Humanos en un solo lugar, en torno a un marco coherente y significativo. Esto garantizará que tu enfoque sea integral y tenga un impacto real tanto en la salud organizacional como en la salud individual de las personas.
- Métrica: No subestimes el poder de la medición. Evalúa la huella de Recursos Humanos, incluyendo su impacto en el bienestar, la productividad y otros aspectos relevantes. Esto te permitirá identificar áreas de mejora y ajustar tus estrategias de manera efectiva, y hacer el caso para demostrar el impacto positiva.
Y ya, aunque nadie dijo que cambiar fuera fácil, si cambias el chip, puede que sea más fácil de lo que parece. Feliz Cambio.
Montse Ventosa
Co founder & CEO at HAPPYSHIFTING
