Durante décadas, los dos grandes mantras que hemos escuchado en los momentos de mayor solemnidad corporativa han sido: “las personas son el activo más importante” y “nuestro compromiso es crear valor para el accionista”. El primero seguirá sonando bien en bodas y comuniones, pero el segundo, como primordial consigna de gestión, acaba de saltar por los aires en una parte muy importante del empresariado estadounidense. En concreto, el pasado 19 de agosto, 181 CEO´s de las compañías más importantes de Estados Unidos y agrupadas en torno a la asociación Business Roundtable, que representa 15 millones de empleados y 7 billones de dólares de facturación, suscribíeron una redefinición de lo que consideran que debe ser el propósito de una empresa, bajo el título Statement on the Purpose of a Corporation, mereciendo la portada, editorial y artículo central de la revista The Economist, en su reciente número de 24 de agosto.
Este grupo de CEO´s considera que una empresa debe crear valor para todos los grupos de interés -Stakeholders-, no solo para los accionistas -Shareholders-, tal como venía pregonando este mantra durante las últimas décadas. Parten del convencimiento de que para conseguir éxito a largo plazo y crear, por consiguiente, valor para el accionista, es imprescindible poner en primer lugar a los clientes, invertir en los empleados, dar un tratamiento justo y ético a los proveedores, e involucrarse activamente en satisfacer las necesidades de la comunidad en general, situando a todos ellos al mismo nivel de importancia.
Por lo que respecta a los empleados, se asume la necesidad de garantizar una retribución justa, apoyar una formación y educación que capacite a las personas ante un mundo en transformación, y reforzar valores asociados a la diversidad, inclusión, dignidad y respeto.
Todo indica que una nueva y vigorosa redefinición del propósito empresarial ha tomado el relevo de una RSC que nunca logró sentarse con autoridad en la planta noble del corazón del negocio.
Intuimos que este nuevo posicionamiento es consecuencia de varios factores: en primer lugar, una opinión pública que espera de la empresa un mayor protagonismo social frente a una creciente desconfianza en una clase política que no está dando respuesta a las grandes cuestiones de la sociedad; en segundo lugar, unas expectativas de nuevas generaciones de profesionales que buscan encontrar un mayor sentido social a su actividad laboral; en tercer lugar, la aparición de nuevos modelos de medición de creación de valor a largo plazo basados en la gestión de los Stakeholders; y en último lugar y sobre todo, los criterios de inversión definidos por agencias de gestión de activos tan relevantes como BlackRock, cuyo CEO, Larry Fink, manifestó recientemente que: “la sociedad está esperando cada vez más que las compañías, tanto públicas como privadas, aborden asuntos sociales y económicos apremiantes”, añadiendo que: “La rentabilidad no es de ninguna manera incompatible con el propósito; de hecho, rentabilidad y propósito se encuentran estrechamente relacionados”.
Vienen tiempos en los que la gestión de intangibles reclamará un mayor protagonismo de los expertos en gestión de personas, talento y cultura, tanto en las direcciones generales como en los consejos de administración, con un perfil más estratégico y dejando a los robots la gestión más técnica de la función de recursos humanos.
Un paso importante ya se ha dado. Porque nosotros, los de entonces, aquellos que sabemos que lo importante es el camino y que, tal como expresó Horacio, “el que ha comenzado, se encuentra ya a medio camino”, seguimos siendo los mismos.
Tomás Pereda
Colaborador de Foro Recursos Humanos, de AZC GLOBAL