Finalizó la World Economic Forum Conference 2019, más conocida como Davos, centrada en la 4ª Revolución Industrial. Más allá del escepticismo que provoca en algunos, lo cierto es que, tal como habría dicho Oscar Wilde, sólo hay una cosa peor que haber sido invitado a Davos, y es no haberlo sido.
A modo de crónica de urgencia, los líderes de opinión políticos, empresariales y de la sociedad civil han llamado la atención sobre los siguientes aspectos:
- Existe consenso acerca de una desaceleración económica global, expresando un cierto pesimismo, y apuntando a las tendencias populistas, nacionalistas y unilateralistas como factores de influencia desestabilizadora.
- Crece una especial preocupación por factores de sostenibilidad, no solo ambiental sino también social. Se ha hablado mucho sobre el cambio climático y la desigualdad económica, social y tecnológica, como prioridades a resolver por el enorme riesgo que representa para el desarrollo y bienestar de nuestras sociedades, en términos de conflictividad social y política con efecto negativo en la economía, considerando clave que esta nueva revolución tecnológica o digital no deje a nadie atrás.
- Se ha debatido sobre el enorme reto que representa lo que denominan la revolución industrial 4.0, respecto a la cual algunas encuestas indican que las empresas aun no tienen claro qué tecnologías adoptar, falta cierta visión, y por ahora se están adoptando más con una visión cortoplacista y defensiva que como una inversión disruptiva y con cierta visión de futuro. De alguna manera responde a lo que Tom Peters expresa:“el mundo actual es demasiado caótico; un líder que dice que sabe lo que está pasando es un inconsciente; lo único que podemos hacer hoy es escuchar, aprender, adaptar y ajustar”.
- Finalmente, y por lo que respecta a los procesos de transformación, emergen como cuestiones de especial importancia aspectos como:
- La necesidad de construir una visión, la que sea, pero hay marcar un camino
- La relevancia de Incorporar a las estrategias empresariales una visión mucho más social. Según un estudio de Deloitte, crece el número de máximos ejecutivos que expresan un genuino compromiso por incorporar objetivos e indicadores de mejora de la sociedad, por delante de los financieros, de clientes o de empleados.
- Se confirma la escasez estructural de talento con las competencias requeridas por la revolución industrial 4.0, y que además no están siendo desarrolladas por los sistemas educativos actuales.
- Y, por último, se identifica la necesidad de dotar de sentido de propósito al trabajo, otorgando un mayor sentido de contribución social a la actividad empresarial, como una mayor exigencia del talento, especialmente por parte de las nuevas generaciones.
En definitiva, hemos visto a un Davos poniendo mayor foco en una agenda social. La última crisis económica erosionó en cierta manera el modelo liberal. Parece que la persona regresa al centro del escenario. Porque nosotros, los de entonces, seguimos siendo los mismos.
Tomás Pereda
Colaborador de Foro Recursos Humanos, de AZC GLOBAL