Hace unos días Foro de los Recursos Humanos, junto a la Universidad Loyola de Andalucía y empresas como Adecco, Spring, DKV y Up SPAIN, organizaba la tercera edición de un encuentro que se consolida en Andalucía con más de 200 profesionales de recursos humanos. El título de esas jornadas era muy concreto: “Tendencias salariales. Emociones, negocio y bienestar”.
Hubo datos y reflexión muy interesantes. En el horizonte de la sesión se dejaba patente -en términos económicos- la resistencia de la economía española al entorno actual en comparación a la ralentización que sufren los principales países de nuestro entorno. Los datos relativos a la tasa de paro indican que el desempleo continuará decreciendo hasta situarse en un 11,4% en 2020. Sin embargo, el mercado laboral ya nunca será como lo hemos conocido hasta ahora.
Esto dio pie a reflexionar sobre las nuevas formas de trabajar en las organizaciones españolas y los nuevos perfiles profesionales. El salario emocional era el gran protagonista. De todo esto tienen y tendrán información esta semana en nuestra web.
Vengo a referirme en este comentario de esta semana a la importancia de transmitir todo esto desde la emocionalidad de las organizaciones y los equipos. Dicho de otra forma, la capacidad de emocionar de los lideres a la organización.
Los directivos líderes saben emocionar muy bien al equipo desde la coherencia. Y lo hacen de forma frecuente. Para la transmisión de objetivos y bondades de la organización o el trabajo el valor añadido de las emociones aporta un “extra” que casi siempre lo realizan las personas, no las máquinas.
Son directivos sencillos, de gran cualificación, empáticos y buenos conocedores de las actitudes y aptitudes humanos. Son capaces de comunicar desde la empatía cognitiva y capacidad de escucha empática. En un mundo en el que el ruido es tan habitual no resulta sencillo generar conversaciones profundas y enriquecedoras los empleados y equipos directos. Desde la conversación inteligente se pueden provocar las reflexiones necesarias para abrir la puerta a los cambios y a la transformación. Eso ocurre y lo saben hacer los mejores. O los que lo hacen todos los días.
Líderes que, confían en las cualidades y talento de su equipo, tanto como confía en sus habilidades personales. Con interés hacia los demás, pero sin olvidar su propia intuición y liderazgo sin paternalismos.
Cada vez percibo que los mejores directivos y las mejores personas coinciden en desarrollar de forma más eficiente las emociones. Son expertos en desarrollarlas y provocan la acción. Por eso son equipos productivos. Todo cuenta.
Francisco García Cabello
Fundador y director de Foro Recursos Humanos, de AZC GLOBAL