Del reciente estudio sobre “Los trabajadores españoles ante la automatización”, llevado a cabo por Future for Work Institute, Ranstad, UGT y la Universitat Oberta de Catalunya, podría deducirse que no somos del todo conscientes del alcance y velocidad con que se están produciendo los cambios tecnológicos, deduciendo de la encuesta muy poca preocupación ante su impacto en el empleo, ya que solo a una de cada 10 personas les preocupa a corto plazo, y se eleva a una de cada 5 cuando se proyecta a 10 años.
De entre los encuestados, frente a la automatización se desprenden tres posicionamientos:
El primer grupo, corresponde a aquellos con un alto nivel de estudios y alta antigüedad que, con independencia de la actividad que realizan, manifiestan no solo una baja preocupación, sino que no sienten la necesidad de anticiparse y prepararse para el futuro, trasladando hacia otros las decisiones que necesiten adoptarse. El nivel de estudios genera una falsa y arriesgada seguridad.
El segundo grupo lo forman trabajadores que realizan trabajos de baja complejidad que, aunque manifiestan gran preocupación, tampoco sienten que deban anticiparse y prepararse para el futuro, y sitúan a sus empresas como corresponsables de su preparación.
Y, por último, el tercer grupo, que son los que realizan tareas de alta complejidad, sienten una especial preocupación que les impulsa para anticiparse y prepararse para lo que vendrá y que, en consecuencia, consideran que les corresponde a ellos la responsabilidad de aprender. Probablemente, la mayor complejidad de su actividad ya les exige un aprendizaje continuo.
Posiblemente los dos primeros grupos reflejan un posicionamiento muy representativo, lo cual es muy preocupante. Hace un par de semanas ya hablamos de la necesidad de tomar el control de nuestras propias vidas profesionales y ponernos a aprender aquello que ya sabemos que hoy se está demandando y que, en un próximo futuro, lo hará con mayor intensidad.
Ante este informe, como ante muchos otros que surgirán, podemos tranquilizar nuestras conciencias pensando que alguien ya se está preocupando de nuestras vidas y que algo llegará a tiempo para rescatarnos de un futuro cierto. O por el contrario y en vez de tranquilizarla, tomar conciencia de ello y ponernos en camino, mientras sigamos escuchando de fondo las declaraciones acostumbradas de que “hay que hacer el bien y evitar el mal” y de que alguien, excepto yo, debería hacer algo para evitar los efectos negativos de la automatización.
Internet cuenta ya con multitud de herramientas formativas, muchas de ellas gratuitas, a disposición de las personas. Ya están surgiendo iniciativas, como la Comisión Paritaria para la Economía Digital impulsada por la Asociación Española para la Digitalización -DigitalES-, que integra las principales empresas del sector de la tecnología en España, desde la cual se pone en marcha un nuevo catalogo de formación para el sector de la economía digital, con más de 50 nuevas acciones formativas, en diferentes campos demandados por las empresas. Más recursos a disposición de todos.
Como expresó el pedagogo John Dewey: “aprender no es prepararse para la vida, es la vida misma”. Porque nosotros, los de entonces, aquellos que mientras vivamos deberemos seguir aprendiendo cómo vivir, seguimos siendo los mismos.
Tomás Pereda
Colaborador de Foro Recursos Humanos, de AZC GLOBAL