Trabajar durante el tradicional periodo de vacaciones tiene sus ventajas. Como comenta Gina Aran, experta en recursos humanos y profesora de Economía y Empresa de la UOC, «la tranquilidad que se respira en la oficina cuando todo el mundo está fuera ayuda a concentrarse más fácilmente. Durante estos días hay menos interrupciones laborales: ello redunda en más eficacia y productividad y por lo tanto hay menos pérdidas de tiempo«.
Además, «esta tranquilidad permite reorganizarse y planificar el curso que viene». «Es un buen momento para renovar el espacio de trabajo, ordenar el archivo y hacer limpieza de documentos. También para realizar tareas que han quedado pendientes en el primer tramo del año», explica la experta.
Otros beneficios de trabajar en agosto es que «los días son largos y al acabar la jornada laboral puedes hacer pequeñas desconexiones diarias, yendo a la playa, encontrándote con los amigos o visitando exposiciones. Además, los fines de semana se pueden hacer escapadas fuera de casa».
¿Y qué pasa cuando vuelvan todos? Pues primero tocará que las personas que se han quedado sin vacaciones se vayan a descansar unos días para desconectar, aunque el periodo de tiempo dependerá un poco de cómo sea cada uno. Tras el regreso, la experta concluye que «vuelve el estrés a la oficina y seguramente los primeros días no serán demasiado eficaces, por lo que habrá que ser tolerantes».