Echar canas con un mismo empleador tiene pros y contras. Recabamos la opinión de tres responsables de recursos humanos para ayudarte a decidir lo mejor para ti.
Recibes tu sueldo sin demora, no sufres la presión de un superior ni tus compañeros te someten a acoso laboral. Tampoco vives en un estado de estrés permanente, incluso disfrutas con tus tareas. Así las cosas, te resultará difícil determinar si debes continuar en esa empresa donde ya llevas tanto tiempo trabajando o te interesa más buscar nuevas oportunidades. ¿Es hora de renunciar? Deberías tomar una decisión informada.
Hay quienes prefieren echar el ancla y quienes optan por cambiar de trabajo a menudo. ¿Cómo se verá afectado su currículo? ¿Hasta qué punto varios cambios influirán en un proceso de selección?
Transmitir solidez profesional
Trabajar largo tiempo para un misma empresa no garantiza haber alcanzado la suficiente solvencia profesional. Para averiguar si es así, “se deben considerar factores como la experiencia, la posición que se ocupa y la responsabilidad asociada a ésta”, señala Óscar Martínez, Director de RRHH para España y Latinoamérica de la consultora tecnológica CGI. Además, el tiempo para alcanzar solidez depende de cada persona, de las funciones del puesto y del sector de actividad, destaca María Coloma Almiñana, Chief People Officer de la empresa de proyectos tecnológicos Asseco Spain. “En tecnología, la rotación supera el 30% y la antigüedad media en el momento de renunciar es de 2 años y medio. Este dato en un sector tan dinámico —apunta Almiñana— no determina la solidez profesional”. Por eso, ella prefiere preguntarle al profesional en qué proyectos ha trabajado y su desarrollo en el puesto.
Vanesa Redondo, HR Manager de The Key Talent, firma de servicios para gestión de RRHH, argumenta: “Debido la rapidez de los avances, un año es suficiente para demostrar solidez. El profesional ha tenido tiempo para comprender y desarrollar con solvencia su puesto de trabajo. Ese tiempo le ha permitido conocer su organización, y cómo su rol y los diferentes roles interactúan para cumplir los objetivos empresariales, así como su influencia en la estrategia y el crecimiento del negocio”.
Antes de renunciar, revisa tus objetivos personales y profesionales. Para ello, sopesa los pros y contras de echar raíces. Según Martínez, deberías decidir tras valorar, fundamentalmente, “si la posición cumple con tus necesidades y expectativas: desarrollo profesional, reconocimiento, flexibilidad…”.
“Cuando los intereses de un profesional coinciden con lo que la empresa ofrece, es más probable que decida quedarse —asegura Redondo—, pues se siente satisfecho con sus tareas actuales y las oportunidades futuras, manteniendo el entusiasmo inicial”. En caso contrario, surge la insatisfacción, y con ella, la renuncia. “Por eso muchas empresas implementan proyectos de experiencia del empleado, que buscan entender sus motivaciones, intereses y niveles de satisfacción, también entre los candidatos. Utilizan estrategias basadas en talent analytics para desarrollar acciones que aseguren la permanencia de los trabajadores, lo que forma parte de un esfuerzo mayor para construir una marca empleadora sólida (employer branding)”.
A favor de tu permanencia está la posibilidad de adquirir experiencia. Podrás convertirte en un sénior cuyo conocimiento sobre los procesos y operaciones puedas transmitir a otras personas. Incluso podrías ser mentor de personas recién contratadas.
Paralelamente, podrás mejorar tus posibilidades de obtener una promoción interna. Eso sí, siempre que hayas demostrado un buen desempeño; capacidad para cumplir los objetivos con un nivel de calidad alto; lealtad a la empresa, y por supuesto, dedicación a tu desarrollo profesional. Y, por qué no, y cuando sea preciso, podrías crear un rol nuevo en la organización, pues tu larga experiencia te habrá llevado a comprender los flujos de trabajo del negocio. Quién sabe, ese nuevo rol podría llegar a convertirse en una posición permanente.
Permanecer en la misma empresa aporta consistencia y estabilidad es algo esencial para algunos profesionales. Saber qué se espera de ellos y sentirse confiados en su capacidad para cumplir con los objetivos de producción, es para algunas personas fundamental. Sin duda, tener claro qué esperar de tu paquete de beneficios, y mejor si puedes elegirlos cada año, aporta seguridad. Los empleados están más comprometidos cuando su empresa les informa sobre las expectativas salariales y los beneficios.
Y hay empresas que recompensan la lealtad con bonificaciones acumulativas. En tal caso, alcanzar hitos de antigüedad te ayudaría a ganar beneficios adicionales. Por otra parte, antes de decir adiós, considera que tu permanencia asegura que no hay interrupciones en el pago mientras buscas un nuevo empleo.
Ahora bien, por abrazar la estabilidad y la seguridad, podría ser que tus oportunidades para el crecimiento profesional se vean limitadas. Si te sientes estancado en tu posición actual, es muy loable que te plantees cambiar. Y si crees que no estás siendo compensado adecuadamente, quizá sea el momento de buscar nuevas oportunidades laborales.
Tenlo en cuenta: la permanencia podría limitar tus oportunidades para interactuar con personas nuevas y diversas. Aunque con tus colegas actuales hayas establecido relaciones sólidas, quizá te interese expandir tu red profesional trabajando en una nueva organización.
¿A salto de mata?
¿A salto de mata?Muchos cambios de empresa en periodos cortos, ¿podrían despertar suspicacias entre los cazatalentos? Martínez no lo ve así. Él consideraría el perfil y la generación a la que pertenece el profesional, y profundizaría en los motivos de tantos saltos. Almiñana, por su parte, sostiene que “al cribar los currículos se deben evitar impresiones sesgadas o emitir juicios de valor”. Para ella, es preciso tener una foto completa de la vida profesional de la persona candidata. Menospreciar un currículo sólo porque la persona se ha movido mucho, puede llevar a “perder la oportunidad de entrevistar a una persona válida que encaje en nuestro proyecto”.
Si un empleador te pregunta por qué renunciaste a un puesto después de un periodo muy breve, “explica claramente los motivos de la renuncia y las razones”, aconseja Martínez. “Sincérate y ten sentido crítico, seguramente algo no encajó con las expectativas al aceptar el puesto”, añade Almiñana. Ella defiende que hablar con transparencia asegura que, en caso de firmar el contrato, ambas partes son conocedoras de si puede haber encaje o no. Lo mismo opina Redondo, quien recomienda igualmente transparencia y honestidad al comunicar anteriores experiencias laborales: “Permitirán conocer tu perfil profesional y el encaje cultural con la compañía que realiza el proceso de selección. Si las expectativas de ambas partes se conocen, pueden coincidir y la relación laboral resultante puede ser de calidad”.
En definitiva, “si en algún momento te planteas continuar o renunciar a tu puesto, haz balance de los pros y contras del puesto/proyecto/empresa. Y ten claro que, si quieres renunciar, debes tener un plan B”, advierte Almiñana. Al realizar ese balance, “deberíamos incluir factores contractuales (salario, jornada, horario, flexibilidad para la conciliación, ubicación del puesto, etc.), factores propios del puesto (funciones a desempeñar, posibilidades de aprender, motivación por el trabajo…), factores asociados a la empresa y las relaciones en ella (orgullo por mi empresa, relación con el responsable, ambiente…) y/o factores de vida (quiero viajar, estudiar fuera, formarme, dedicarme a mi familia…)». “El ejercicio de hacer un balance es personal, y suele alinearse con nuestros valores y nuestro momento vital”, concluye Almiñana.
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