La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta clave para muchas empresas, ya que les permite mejorar la eficiencia y la productividad. Sin embargo, a pesar de los claros beneficios que supone la aplicación de las nuevas tecnologías en el mundo laboral, como ChatGPT, también han supuesto una revolución en la forma de trabajar de los profesionales y las empresas que sigue planteando preguntas técnicas, éticas y sociales.
Una nueva cosecha de herramientas de inteligencia artificial promete simplificar las tareas, mejorar la eficiencia y aumentar la productividad en el lugar de trabajo. Desde que se lanzó ChatGPT a finales del año pasado, algunas de las figuras más relevantes del mundo de la tecnología han ido explicando cómo la inteligencia artificial tiene el potencial de aumentar la productividad, ayudar a los profesionales y empresas a mejorar la eficiencia y a crear nuevos y mejores empleos en el futuro. En este sentido, el cofundador de Microsoft, Bill Gates, explicó recientemente que «en los próximos años, el principal impacto de la IA en el trabajo será ayudar a las personas a hacer su trabajo de manera más eficiente».
La Inteligencia Artificial es una nueva herramienta de trabajo cuyo objetivo principal es llevar a cabo el desarrollo de tareas más improductivas, lo que se traduce en un ahorro de tiempo y en que los profesionales inviertan su tiempo en otras tareas o decisiones en las que pueden aportar más valor. En este sentido, las ventajas del uso de la inteligencia artificial en los puestos de trabajo pueden medirse tanto desde el punto de vista de la productividad como de la mejora personal, potenciando las capacidades de la persona.
«Sin lugar a duda, la aplicabilidad de técnicas de IA para mejorar la productividad y la satisfacción laboral del trabajador supone una completa revolución, pero también un verdadero reto para los profesionales, dado que les resultará imprescindible adaptarse al uso de nuevas técnicas y herramientas para mantener su nivel de competencia«, añade Arturo Peralta, docente del Máster Universitario en Big Data y Ciencia de Datos de la Universidad Internacional de Valencia, perteneciente a Planeta Formación y Universidades.
Son muchas las empresas que ahora buscan subirse al carro de la inteligencia artificial, planteando inversiones significativas en nuevas herramientas impulsadas por las mismas y que prometen optimizar el trabajo. Estas herramientas pueden ayudar a los trabajadores a, por ejemplo, redactar rápidamente correos electrónicos, hacer presentaciones y resumir grandes volúmenes de datos o textos. Sin embargo, sigue existiendo un gran desconocimiento derivado, principalmente, de la falta de formación adecuada por parte de las empresas para que los profesionales puedan hacer un uso correcto de las herramientas de las que disponen.
Tal y como explica Arturo Peralta, «en la actualidad, el abanico de herramientas y técnicas basadas en IA puede resultar abrumador, al incrementarse de modo diario, por lo que mantener un constante conocimiento de la evolución del mercado y sus tendencias resulta fundamental para seleccionar la tecnología más adecuada para cada fin«.
En un estudio reciente, investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts descubrieron que el acceso a ChatGPT aumentaba la productividad de los trabajadores a los que se les asignaban tareas como escribir cartas de presentación, correos electrónicos complejos y análisis de coste-beneficio. “Creo que lo que muestra nuestro estudio es que este tipo de tecnología tiene aplicaciones importantes en el trabajo administrativo. Es una tecnología útil” explicó recientemente en un artículo Shakked Noy, estudiante de doctorado en el Departamento de Economía del MIT y coautor del artículo, quien también remarcó que «aún es demasiado pronto para saber si será bueno o malo, o cómo exactamente hará que la sociedad se ajuste«.
Sin embargo, el impacto a largo plazo de la tecnología no siempre es claro y de forma igualitaria en todas las industrias y mercados. Además, el camino hacia una utopía tecnológica a menudo está lleno de sombras y de consecuencias no deseadas que aún se deben analizar con cautela. Además, la implementación de la inteligencia artificial a día de hoy no es un proceso sencillo y plantea varios retos y desafíos para las empresas, como son: la falta de conocimiento y experiencia, falta de calidad de los datos, falta de recursos financieros, dificultad en la integración con los sistemas existentes, privacidad y seguridad de los datos, adopción de la tecnología por parte de los empleados y falta de ética de la inteligencia artificial.
Durante siglos, la sociedad ha temido que los nuevos avances tecnológicos condujeran a una automatización masiva y, en consecuencia, a la pérdida de puestos de trabajo. Sin embargo, las nuevas tecnologías también crean nuevos empleos y tienen como objetivo aumentar la productividad de los trabajadores, lo que tendría un efecto positivo en la economía. En este sentido, Peralta concluye que «“por lo general, somos reticentes a la novedad, a lo desconocido y, por este motivo, no terminamos de ver el punto positivo de la inteligencia artificial, porque vamos conociendo algunos de los riesgos y los aspectos negativos. Sin embargo, y aunque aún queda mucho por evaluar, con ella podríamos elevar el intelecto, la creatividad y el modus operandi a otro nivel«.
