La salud mental progresa, dentro de lo previsto en el año 2023. Con un foco cada vez más obvio por parte de organizaciones públicas y privadas, durante este año hemos tenido acceso a datos actualizados sobre el tema, como el informe ‘La situación de la Salud Mental en España‘ de la Fundación Mutua Madrileña, que refuerza la idea de que la incidencia de trastornos relacionados con la salud mental sigue una tendencia creciente: 4 de cada 10 españoles aseguran no gozar de una buena salud mental, y 3 de cada 4 consideran que ha empeorado en los últimos años.
Otros fenómenos de mayor gravedad relacionados con la salud mental, como el suicidio (más de 4.000 contra los cerca de 1.500 fallecidos registrados por accidentes de tráfico en el año 2022) siguen en aumento, así como el uso de psicofármacos (un 18,9% de la población española los consume, especialmente ansiolíticos y antidepresivos), lo que sitúa a España como el mayor consumidor del mundo (de ansiolíticos), según datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes.
En el ámbito laboral, el impacto de la salud mental es notable igualmente, no solo en términos de días perdidos (con tasas de absentismo cada vez más altas relacionadas con problemas de esta índole), sino también en relación con la retención del talento. En ese sentido, según el último informe ‘Mind Share Partners‘ sobre Salud Mental en el Trabajo, más del 50% de los trabajadores de EEUU han abandonado su empresa por problemas relacionados con la salud mental.
Este indicador es bastante asimétrico, ya que, en el grupo de nacidos en la Generación Z, se supera el 80%, siendo menor en el grupo de más edad. En este mismo informe se detalla que 3 de cada 4 trabajadores, durante el último año, han presentado síntomas relacionados con un cuadro de salud mental, normalmente ansiedad o depresión. Otro dato relevante cuando hablamos de salud mental en las organizaciones es su relación con la productividad y, si bien es cierto que cuantificar el en ocasiones llamado «presentismo» puede antojarse complicado, algunos informes nos ofrecen algunos indicadores a tener en cuenta.
El ya citado ‘Mental Health at Work Report’ de ‘Mind Share Partners‘ comparte que los trabajadores estiman que su productividad fue de alrededor del 72%, al tener en cuenta dificultades asociadas a la salud mental. Por otro lado, el ‘Centre for Mental Health’ de Reino Unido cuantifica las pérdidas relacionas con presentismo asociado a salud mental en 15,1 billones de libras (en comparación con el coste de 8,4 billones asociado al absentismo). Teniendo en cuenta otros estudios, de manera general, parece que hay una tendencia en cuantificar el coste del presentismo entre 2 y 3 veces el coste del absentismo, un indicador que suele estar perfectamente cuantificado en las organizaciones.
Con esto en mente, hay que reconocer también que en el año 2023 se han visto muchas más campañas de concienciación sobre la salud mental, desde Gobiernos Nacionales y Autonómicos, a través de los medios de comunicación y en las empresas. La mayor parte de estas campañas están orientadas a combatir el estigma asociado y, en la opinión de quien escribe este artículo, el trabajo de sensibilización sobre salud mental está siendo un éxito. Es muy probable que, si preguntásemos por la calle a varias personas al azar, si consideran que la salud mental es importante, la mayor parte nos respondan que sí. Sin embargo, el trabajo de sensibilización es solo la punta del iceberg de cualquier sistema de gestión, y de la misma manera que el trabajo de concienciación avanza a buen ritmo, el cambio de los comportamientos que están condicionando la realidad descrita en los primeros párrafos no parece estar haciéndolo con la misma solvencia.
Es sencillo mostrar cierta sensibilidad hacia un aspecto como la salud mental. Pasa lo mismo con otros fenómenos, alrededor de los cuales se ha creado una especie de “postura moralmente adecuada”, como puede ser el reciclaje. Siendo consciente de que los ejemplos son limitados, si utilizo esta analogía, es probable queal preguntar a la gente por el reciclaje muchas personas contesten que es un tema verdaderamente importante, pero ¿qué pasa si les ahondamos un poco más y les pedimos que nos describan sus hábitos de reciclaje?
En ese caso, es probable que comiencen a aparecer tanto falta de información (no saber si algún material se recicla, o en qué contenedor depositarlo) como algunas excusas para no ajustarse a esa idea (alusiones al espacio en casa para los diferentes contenedores o la distancia a la que se encuentran los puntos de reciclaje, principalmente). Esta es una analogía que nos puede brindar información sobre el nivel de gestión actual de la salud mental en la sociedad, pero especialmente en las organizaciones: estamos sensibilizados, pero la información que se maneja y la confianza (inversión) y compromiso para cambiar las condiciones de trabajo y comportamientos que la condicionan, todavía es baja.
¿Cuál es entonces el reto que tenemos por delante? Pues bien, como hemos dicho, con una sociedad sensibilizada, estamos construyendo una base sobre la que construir un sistema de gestión de la salud mental, pero el siguiente paso es asumir su gestión. Para ello, sería recomendable en primer lugar manejar información de calidad y ser capaces de cuantificar este fenómeno, contando con profesionales especializados. En mi experiencia, los temas relacionados con salud mental suelen estar pobremente descritos y a menudo se confunden con otros aspectos de nuestra vida (felicidad, satisfacción…).
Contar en este sentido, con un discurso técnico y basado en la evidencia, nos permitirá afrontar este reto con garantías. Igualmente, un enfoque de estas características, nos debería ayudar a cuantificar el fenómeno en términos en los que resulte más sencillo justificar la adopción de los cambios comportamentales necesarios.
Haciendo foco específico en las empresas, el desafío de reducir el impacto de los problemas de salud mental debería estructurarse, como cualquier otra política de seguridad y salud ya presentes en sus sistemas de gestión:
- Cuantificando el impacto de la salud mental. Desarrollar indicadores específicos para relacionar la compleja realidad de trabajo con la aparición de síntomas y cuadros de salud mental, pero también integrándolos y relacionándolos con otros indicadores sobre factor humano ya presentes en la organización (productividad, engagement, rotación…).
- Cambiando comportamientos. Dar el salto desde la sensibilización hasta el cambio real, centrándonos en, como ya hemos comentado, la forma de estructurar el trabajo y relacionarse, basándose en modelos con evidencia, y probablemente empezando por los mandos y personal con responsabilidad dentro de la organización.
- Acompañando discretamente. Dar soporte a quienes, por aspectos, directamente o no, relacionados por el trabajo, puedan estar atravesando un momento de incertidumbre o debilidad, cara a evitar que esa persona desarrolle definitivamente un cuadro clínico severo y pueda seguir desarrollando su potencial, afrontar las tensiones de su vida y trabajar de forma productiva y fructífera, para aportar algo a su comunidad, lo que no olvidemos, es la definición de salud mental, que nos ofrece la Organización Mundial de la Salud.
Carlos Toni Rigueras
Senior Manager – Stimulus España
