Si hay una palabra que marca la actualidad es la incertidumbre, y seguramente nos seguirá acompañando durante los próximos meses. Una etapa incierta en este ‘inicio de curso’ no solo para los estudiantes, sino también para todos: empresas, trabajadores y autónomos.
Los rebrotes se han disparado y no conocemos cómo continuará la incidencia de casos de Covid-19 en septiembre.
Los planes de retorno a la oficina que se hicieron antes de agosto, seguramente que se están revisando en muchas empresas ya sean grandes o pequeñas y las previsiones de actividad y negocio para este tercer cuatrimestre evolucionarán según lo haga la pandemia.
La incertidumbre es la palabra comodín, pero como no puedo predecir el final de año, aunque será duro, prefiero ser optimista y pensar que las personas, su compromiso y su responsabilidad individual ayudarán a muchas otras a solventar situaciones complejas como las que estamos viviendo en este 2020.
A todos nos asaltan las dudas. Los empleados se estarán preguntando cómo será el final de año en la organización en la que desempeñan su actividad, si mantendrán el trabajo y podrán cumplir con su bendita rutina familiar y sus pequeños sueños cotidianos.
Mientras que las empresas, aquellas que no se han visto obligadas a abandonar su actividad, llevan meses navegando para aguantar el temporal, haciendo un esfuerzo titánico para salvar el año y pensar en un 2021 más esperanzador.
Aquí es donde las personas, su compromiso con la empresa en la que trabajan, independientemente de su cargo, tienen que volver a demostrar como lo han hecho durante estos meses, que visten la camiseta de su empresa con orgullo y pasión.
Por eso, como empresa, si queremos continuar con nuestro propósito con el que nació cada una, necesitamos el abrazo (por supuesto metafórico y con distancia social) de todos y cada uno de nuestros trabajadores.
Esta difícil e incierta etapa hace que los equipos y responsables de Recursos Humanos tengan por delante la difícil tarea, ahora más que nunca, de mantener la calma y ganarse su confianza.
Solo así éstos podrán realizar su trabajo y podrán hacerlo bien en beneficio de todos.
Porque les necesitamos -a ellos, su tiempo, su conocimiento y su talento- para salir de ésta.
Las reglas han cambiado y, si bien la constante necesidad de innovar, incorporar las tendencias del mercado y reclutar y retener a los mejores para hacer frente a los retos del negocio siguen ahí, hoy más que nunca las empresas deben ser conscientes de que no adaptarse puede significar la desaparición.
Tecnología y compromiso
Si atendemos exclusivamente a lo relacionado con los Recursos Humanos, es importante empezar por sentar las bases, en este caso las bases tecnológicas que nos permitan construir una buena estructura organizativa y que den a los profesionales recursos fiables y seguros con los que poder desarrollar su labor.
Necesitamos la tecnología tanto para analizar y planificar como para ejecutar.
La información, la buena información basada en datos, es imprescindible para la toma de decisiones y la eficiencia, para un buen dimensionamiento de los procesos y un ajuste de los costes.
Pero ojo, si bien esta digitalización es obligada, en algunos casos puede ser vista como una ‘sustitución de puestos de trabajo’ y crear miedo y desconfianza.
Evitémoslo recurriendo a la comunicación, siempre de doble sentido y abierta, y a la formación.
Porque puede que algunos empleados no se sientan preparados para afrontar los cambios, y en esos casos la empresa ha de reconocer las diferentes necesidades y proporcionar los procesos de reciclaje profesional (upskilling) y capacitación adicional (reskilling).
Y hay que hacerlo de manera personalizada, tratando de adaptarse en lo posible a las demandas de cada uno de los trabajadores, que posiblemente serán muy variopintas.
En suma, la gestión del compromiso es fundamental para el buen funcionamiento de la empresa, y más en esta etapa incierta y de crisis como la que estamos viviendo.
Y hay que abordarla, siempre, de manera global, teniendo en cuenta los cuatro pilares que influyen en ella: la empresa, el responsable directo, el equipo y la tarea.
Analizando, revisando, atendiendo y mejorando cada uno de estos puntos, lograremos que estén alineados y sean, en conjunto, realmente eficientes.
Es, precisamente, lo que proponemos con nuestra metodología Fourflags, que permite a las organizaciones vincular la implicación de sus equipos con los indicadores del negocio.
En estos momentos, más que nunca, hay que escuchar al trabajador y atender a sus necesidades en la medida de lo posible (conciliación, teletrabajo, flexibilidad, atención médica…), ya que solo así podrán centrarse en su trabajo y la buena marcha de la compañía, a pesar de las preocupaciones que el día a día nos plantea a todos.
Y sí, será necesario dedicar recursos financieros a plataformas y tal vez equipos nuevos que faciliten ese análisis, esa formación y la nueva estructura de la empresa, pero todo ello ha de ser visto como una inversión en el bienestar y la tranquilidad de los empleados, que de este modo verán cómo las empresas se preocupan por asegurar su puesto de trabajo.
Será difícil, pero no es imposible.
El ambiente positivo se contagia, se difunde, se instala en el día a día y nos hace avanzar. Hagámoslo nuestro y saldremos de esta juntos.
La sinceridad, la transparencia y una adecuada gestión del compromiso son las principales claves para asegurarlo.
Director de Personas y Organización de Watch&Act
