Mucho se habla en los últimos días del cambio de horario, sobre todo después de que la Comisión Europea haya comunicado su intención de eliminarlo. Sin embargo, el verdadero debate debe centrarse en los horarios de trabajo que tenemos en España, que en poco se parecen a los del resto de nuestros países vecinos.
Según explica Alfonso Jiménez, socio director de PeopleMatters, “de poco sirve adaptarse a las horas de luz en verano o invierno si se mantiene un modo de vida que impide la conciliación. El verdadero debate en España no debe ser el cambio horario sino el cambio de horarios de trabajo. Tiene que centrarse en la necesidad de cambiar nuestros hábitos y las jornadas laborales. La supresión del cambio de hora no es la vía para facilitar la racionalización de los horarios de un país en el que se cena a las 22:00, donde el ‘prime time’ comienza a esa hora y dura hasta la madrugada, donde la pausa para comer llega hasta las 2,5 horas y en donde se sale de la oficina de noche con mucha frecuencia”.
Y es que, mientras que los alemanes trabajan 1.371 horas de media al año, y los franceses hacen lo propio durante 1.482 horas, en España pasamos en la oficina 1.691 horas de media a lo largo del año. Además, paramos hasta 2 horas y media para comer, cuando la media europea está en 1 hora. “Debemos tender hacia la racionalización de los horarios, que nos permitan lograr un mayor equilibrio de la vida personal y profesional. El día dura como mínimo 9,5 horas en España y se puede ajustar la actividad laboral dentro de esos límites y disfrutar de un merecido tiempo después del trabajo”, asegura Elena Orden, consultora de PeopleMatters.
Así pues, “debemos trabajar primero otros temas, como nuestras largas jornadas de trabajo, la cultura del presencialismo que impera en muchas compañías y la creencia generalizada de que cuantas más horas estés en tu puesto más cantidad de trabajo estás realizando o más se te valora; las reuniones interminables y constantes al final de la tarde, la obligación de parar una hora para comer” antes que ver si suprimimos o no el cambio de hora, opina Alfonso Jiménez.
“Probablemente lo que la mayoría de las personas están reclamando cuando dicen preferir el horario de verano, al menos por sus argumentos así se deduce, es más tiempo para disfrutar una vez acabada su jornada de trabajo. Salir de día del trabajo nos hace sentir que tenemos en nuestra mano mucho más tiempo para disfrutar, aunque, en realidad, de 7 a 10 de la noche van las mismas tres horas sea junio o diciembre. Sin embargo, esas tres horas de luz de junio nos dan vida”, recuerda Elena Orden.