Con motivo del Día Internacional de la Juventud, que se celebra el 12 de agosto, la Fundación Adecco ha realizado una encuesta a 600 menores de 30 años con certificado de discapacidad para conocer su situación laboral. Según este estudio, el 72% de los jóvenes con discapacidad en edad laboral no tiene empleo ni lo busca debido a los obstáculos que se encuentran.
Según explican algunos de los encuestados, «a las empresas les cuesta darnos una primera oportunidad, siguen teniendo miedo y prefieren no arriesgarse» porque «pesan más la dudas sobre lo que no podremos hacer que los beneficios económicos que recibirán por contratarnos». Además, el «no tener experiencia pero tener un certificado de discapacidad es una mala combinación y te cierra muchas puertas».
«Los jóvenes con discapacidad encuentran barreras adicionales en su búsqueda de empleo, en forma de anacrónicos prejuicios y estereotipos que siguen asociando la discapacidad con escasa productividad, dependencia o costes para las empresas. En pleno siglo XXI es hora de erradicar estos estigmas, no sólo por una importantísima cuestión de ética o justicia social, sino porque nuestra economía les necesita para salir adelante. En una sociedad en máximos históricos de envejecimiento, hay que promover la participación de los jóvenes con discapacidad en el mercado laboral y apostar por la erradicación de todas las etiquetas que siguen limitando su talento. Lo contrario, no sólo refuerza el estigma, sino que perjudica a la economía en su conjunto«, asegura Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
«El primer paso para terminar con la discriminación es normalizar la discapacidad en el seno de la sociedad y de las empresas, ofreciendo una versión renovada de la misma y demostrando que el talento y las competencias no se anulan por un grado de discapacidad, sino que muy al contrario, pueden verse reforzados por la motivación, el afán de superación o la orientación a resultados. Tenemos que dejar de valorarles como colectivos o minorías y empezar a verles como personas individuales. Cada persona es distinta y generalizar y etiquetar supone una discriminación inadmisible», añade Mesonero.
Para lograrlo, un 81% de los encuestados reclama más apoyos, tales como más orientación laboral, asesoramiento e incentivos para las empresas o una mayor formación en discapacidad a la sociedad.