Hace unos días, la Organización Mundial de la Salud reconoció la existencia del síndrome de burn-out o, traducido al castellano, el «síndrome del trabajador quemado».
La OMS ha decidido introducirlo en su Clasificación Internacional de Enfermedades de forma definitiva. El Síndrome de burn-out es un trastorno psicosocial que ocasiona en los empleados agotamiento físico y emocional.
En nuestro país, un 40% de los trabajadores y más de la mitad de los empresarios confiesan sufrir estrés, según datos del INE. Este motivo, junto con la ansiedad, causa el 30% de las bajas laborales en España.
Desde mediQuo, definen el «síndrome del trabajador quemado» como «una respuesta psicológica caracterizada por un deterioro cognitivo-afectivo que produce conductas negativas y comportamientos fríos, indiferentes y cínicos».
Normalmente, el «trabajador quemado» pasa por una serie de etapas:
- Altas aspiraciones. El trabajador suele tener grandes aspiraciones para su vida profesional. Busca escalar posiciones rápidamente y es un inconformista.
- Expectativas no cumplidas. Estas aspiraciones empiezan a verse frustradas cuando sus aspiraciones no se cumplen.
- Problemas emocionales. Debido a esto, el empleado padece una sensación de tristeza, que deriva en otros problemas emocionales.
- Frustración. Como consecuencia, el trabajador tiene cada vez menos ilusión por ser productivo o realizar su trabajo. Esto genera frustración y desesperación.
- Colapso físico y mental. Cuerpo como la mente dicen basta, apareciendo así el «síndrome del trabajador quemado».
Para intentar prevenirlo, desde mediQuo recomiendan trabajar tres grandes niveles:
- Nivel organizativo. Identificando y evaluando los riesgos. Con ello, se podrán modificar las condiciones que propician la aparición de este síndrome.
- Nivel interpersonal. Hay que crear un clima óptimo de trabajo, promoviendo el trabajo en equipo.
- Nivel individual. La formación continuada y y el reciclaje profesional son dos conceptos claves para conseguir una nueva orientación profesional.