El Silencio
Un simple “gracias, recibido” hace que el que está esperando respuesta no se sienta ignorado. Todos estamos ocupados, pero siempre hay tiempo para ser persona”.
Mi amigo Alfonso le respondía: “he estado en tu situación, de hecho, siempre estamos en esa situación de manera más o menos activa. Lo pasé mal como tú, no recibí respuesta a las cartas en la mayoría de los casos y me sorprendían los poquísimos que me respondían.”
Este diálogo es de hace unas pocas semanas y se producía en un contexto en el que actualmente 3,9 millones de personas están en paro, casi el 17% de la población activa, sin contar con las 750.000 personas que están aun bajo un ERTE.
Junto a ello, el número de “desanimados”, personas sin trabajo que ya no lo buscan porque piensan que no lo encontrarán, se disparó en 2020 un 31% respecto a 2019, superando las 366.000 personas. Personas que ya han tirado la toalla.
Desde el mundo de los que tienen empleo hay una frase muy habitual: “ahí fuera hace mucho frío”.
Yo diría que más que frío hay un gran silencio. Silencio y soledad. Tal como expresa María, una desagradable sensación de sentirse ignorado.
Mi amiga Elena me escribía hace poco: “Hace tiempo que me asaltan también las dudas y los miedos, ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Qué no estoy haciendo? ¿Qué puedo hacer mejor para encontrar un empleo?
Cada noche repaso cada día, cada mejora de este proceso que podría implementar, cada día intento algo nuevo, buscando mejores resultados y vuelta a analizar, y, aun así, a pesar de que creo que estoy haciendo todo lo que está en mi mano, tengo la sensación de rechazo constantemente flotando sobre mi, cada día mina mi autoestima, cada día siento que valgo menos, nada da resultado, nadie responde”.
Se atribuye a Stalin la famosa frase “una muerte es una tragedia, un millón de muertos es una estadística”.
La banalización del mal surge cuando nos acostumbramos a la estadística. Nuestra indiferencia es la invisibilidad de millones de historias personales.
Empatía es ponerse en la piel del otro. Es posible que cuando alguien que busca trabajo llama a nuestra puerta, lo veamos como algo que sólo pasa a los demás, o quizá lo ignoramos porque, como en el fantasma de las navidades futuras, nos incomoda al recordarnos que es probable que un día nos llegue también el silencio, y seremos nosotros quienes llamaremos a la puerta de otros.
Las mismas personas que nos encontramos cuando ascendemos, nos las volveremos a encontrar en nuestro inevitable descenso. Cuanto más alto se cree que uno está, más dura es la caída.
Vienen tiempos duros para el empleo.
Importante recordar las palabras del poeta John Donne “nunca preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti”, porque nosotros, los de entonces, aquellos que sabemos que, como reza el Talmud, “quien salva una vida salva el Universo», seguimos siendo los mismos.
Subdirector general Fundación máshumano
People Strategist en Foro Recursos Humanos