La culpa fue de Romanones
¿A qué edad se convierte uno en talento senior? ¿cuándo se hace uno mayor para la vida profesional? ¿a los 45, 55, 65 o 75 años? ¿alguien sabe la razón por la que a los 65 años ya nos declaran oficialmente viejos y nos devuelven a corrales?
Fue el canciller Bismarck quien en torno a 1889 estableció la jubilación a los 65 años, con una esperanza de vida en Europa que no superaba los 52.
En España, el 11 de marzo de 1919, y bajo el gobierno liberal del Conde de Romanones, se crea el Retiro Obrero Obligatorio, que estableció una pensión a los 65 años, cuando la esperanza de vida al nacer estaba en torno a los 43 años.
Para hacernos una idea, en 1920 y en una España con una población de 21 millones, sólo 282 personas tuvieron derecho a pensión.
Es decir, sólo una pequeña parte de la población llegaba a los 65. Si actualizáramos esta relación a fecha de hoy, con una esperanza de vida actual de 83 años, correspondería jubilarnos a los 120 años.
Han pasado más de 100 años, pero en nuestra cabeza sigue grabada en piedra la edad de los 65 años como el momento en el que uno ya es viejo, se jubila.
Según la RAE, jubilar significa “dispensar o eximir de su trabajo a un empleado por enfermedad o ancianidad”. Y aquí ya entendemos de donde viene el lío. El tiempo se nos detuvo un siglo atrás.
A pesar de que hay estudios que afirman que la edad más productiva en la vida se sitúa entre los 60 y los 70, los 65 años siguen actuando en nuestras mentes como el gran prejuicio que condiciona el comportamiento de empresas, sindicatos, sociedad y, lo que es peor, de nosotros mismos.
La profecía autocumplida sigue haciendo de las suyas.
Frente a ello podemos pensar que así están las cosas, echarle la culpa a Romanones, y consolarnos pensando que los demás son responsables de lo que nos pasa en la vida.
Declararnos víctimas inocentes, impotentes, resentidas y resignadas ante un destino sobre el que pensamos que poco podemos hacer.
O, por el contrario, asumir que cada uno de nosotros somos los que tenemos el problema y, por tanto, somos parte de la solución, y que está en nuestra mano la responsabilidad para intentar resolverlo, jugando de la mejor manera posible las cartas que nos han tocado en el reparto.
La longevidad sigue aumentando 6 minutos cada hora, y la esperanza de vida saludable alcanza ya los 74 años. Mucha vida aun por delante como para ponerla en manos de lo que los demás hagan o no hagan.
Como dijo el gran Ramón y Cajal, “no deben preocuparnos las arrugas del rostro sino las del cerebro, se es verdaderamente viejo cuando se pierde la curiosidad intelectual, y cuando la torpeza de las piernas coincide con la torpeza y la premiosidad de la palabra y el pensamiento”.
Por eso, nosotros, los de entonces, aquellos que sabemos que gracias a la curiosidad y al ansia de renovación podremos aspirar a seguir dando guerra, seguimos siendo los mismos.
Subdirector General Fundación máshumano
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