No, no te has equivocado de página, esto sigue siendo la web de Foro Recursos Humanos. El titular posiblemente te llame la atención, pero de lo que voy ha hablar aquí está muy relacionado con la productividad y el crecimiento profesional.
Recientemente me encontré con un artículo bastante antiguo. En 2014 William McRaven, Almirante de los Navy SEALS, cerró el curso en la Universidad de Texas y lo hizo explicando varias cosas sobre el duro entrenamiento de los Navy SEALS, algunas de las cuales podemos aplicar en nuestro día a día.
Lo primero que comentó es que hacer la cama todos los días es una forma de prepararno para los retos a los que nos tenemos que enfrentar a lo largo del día. “Cada mañana debíamos hacer la cama a la perfección”, recordó McRaven. «Si cada mañana haces la cama habrás hecho la primera tarea del día. Te dará una pequeña sensación de orgullo y te animará a hacer otra tarea y otra. Al final del día, esa tarea se habrá convertido en muchas tareas hechas. Hacer la cama reforzará el hecho de que las cosas pequeñas importan. Si no sois capaces de hacer bien las pequeñas cosas, tampoco seréis capaces de hacer bien las grandes. Por otra parte, si vuestro día ha sido horrible, al menos, cuando volváis a la cama, la encontraréis hecha con la promesa de que mañana será mejor. Si queréis cambiar el mundo, empezad haciendo la cama», concluyó.
Así pues, hacer la cama, a pesar de ser una tarea rutinaria y aburrida, influye mucho en nuestra mentalidad, en cómo vamos a afrontar nuestro día, en estar de buen humor y, por ende, hacer nuestro trabajo de buena gana, en ser más productivos, lograr un buen ambiente de trabajo, ayudar a nuestros compañeros, sacar adelante nuestros objetivos… Si nos paramos a pensarlo, todo está relacionado, de nosotros depende cómo vamos a afrontar el día, desde el primer minuto.
Sin embargo, esto no fue lo único que comentó el Almirante. Durante su discurso, habló de la importancia de remar todos juntos: «Cada remada debe estar sincronizada con el conteo del timonel. Todos deben ejercer la misma fuerza o el bote volcará por la ola y lo enviará de nuevo a la playa. Para llegar a destino, todos deben remar. El trabajo en equipo cuenta«.
También recordó que las apariencias no sirven de nada, lo único que importa es «tu voluntad de éxito. Ni el color, ni el origen, ni la educación, ni el estatus”. Lo mismo sucede en el entrenamiento de los Navy SEALS, da igual que seas más alto o más bajo, que vengas de un barrio o de otro, a la hora de realizar los ejercicios todos parten de la misma casilla.
Por último, William McRaven concluyó su discurso recordando que el fracaso siempre está presente. Lo hizo, una vez más, poniendo un ejemplo de su entrenamiento: “No importaba el tiempo que habías almidonado tu gorra, o planchado tu uniforme o pulido tu hebilla: no era suficiente». Al final, acababan en el circo (haciendo dos horas más de ejercicio extra con carreras, natación, obstáculos) o como una «galletita de azúcar» (ir corriendo al agua, mojarse y rodar por la playa hasta que todo el cuerpo estuviera cubierto).
McRaven reconoció que estas tácticas estaban diseñadas «para hundirte, romperte el espíritu, hacerte abandonar». Muestra de ello es que «había muchos estudiantes que no podían aceptar que su esfuerzo fuera en vano, que no importara que todo el trabajo en hacer que el uniforme estuviera perfecto no fuera apreciado. Esos estudiantes no acababan el curso. No habían entendido el propósito de la prueba. Nunca vas a lograrlo. Nunca vas a tener un uniforme perfecto”. Sin embargo, los estudiantes que se quedaban «con el tiempo se hacían más fuertes».
Sin lugar a dudas, se trata de un discurso muy motivador y que nos puede enseñar mucho. Os dejo con el vídeo:
Coordinador de contenidos de Foro Recursos Humanos, de AZC GLOBAL