Primer punto. Decididamente España no es país para séniors. Mientras seguimos entonando con orgullo el kumbaya de la diversidad, el último informe de la Fundación Adecco afirma que el 83% de los responsables de Recursos Humanos no ha contratado a ningún mayor de 55 años en el último año; el 40% admite que la edad le genera dudas para la adaptación y desempeño del puesto, mientras que un 45% afirma que no ha tenido oportunidad de contratar a séniors, al no haber recibido candidaturas de este grupo de edad. Si a este último dato le unimos que el 90% de los mayores de 55 años opina que su edad le perjudica en la búsqueda de empleo, admite inseguridad cuando acude a las entrevistas de trabajo, y un 58% considera que no podrá volver a trabajar nunca, ya tenemos la profecía auto-cumplida perfecta. Difícil sobreponerse a la poderosa carga de estereotipos y prejuicios que sigue golpeando y discriminando al mundo profesional sénior, y que provoca un comportamiento inconsciente hacia su invisibilidad y auto exclusión. Durante el último año, los mayores de 55 años han sido el único grupo de edad que ha visto incrementar su número de parados, en contra de la tendencia general.
Segundo punto. Pero tampoco es país para juniors, según nos dice el reciente informe del Instituto Nacional de Estadística sobre Movimiento Natural de la Población, que nos confirma que, desde que existen datos, nunca habíamos contabilizado un número tan bajo de nacimientos 369.000, y un número tan alto de defunciones, 426.000, con una pérdida neta de 57.000 personas. En 2018 cayó otro 6,1% el número de nacimientos, totalizando una reducción de casi el 30% en los últimos 10 años. La tasa de fecundidad ha bajado de nuevo en otras 6 centésimas en 2018, pasando de 1,31 a 1,25 hijos por mujer. Se vaticina que para el año 2100 habremos perdido la mitad de la población española, y casi dos tercios de la población activa. Todo un suicidio demográfico.
Y tercer punto, se sigue confirmando, con gran preocupación, que no se encuentra el talento que se necesita, tal como se afirmó recientemente en la última reunión del Instituto de Empresa Familiar, así como en el último informe de la agencia vasca para la innovación, en el que afirma que el déficit de talento será uno de los mayores problemas para la innovación en el País Vasco. No va a haber talento para todos durante mucho tiempo.
“Connecting the dots”, nos hubiera dicho Steve Jobs. Tres puntos que necesitan conexión y acción. Porque si nuestra pirámide demográfica ya se invirtió y cada vez habrá menos juniors, porque si la 4ª Revolución Industrial necesita de más y mejor talento y, porque si nuestra sociedad es mayoritariamente sénior, ¿no es hora ya de ponernos a gestionar el cambio y mirar a estos profesionales como la gran oportunidad para cubrir nuestras necesidades? Nos jugamos mucho en todo esto, pero como diría el profesor Rafael Puyol: “la demografía es una ciencia de luces largas, y nuestros gestores y políticos personas de acciones a corto”.
Tiempo de ponernos en marcha. Porque nosotros, los de entonces, aquellos que sabemos que, tal como expresó el escritor Wendell Berry, “Si cuidamos el mundo del presente, el futuro habrá recibido toda la justicia de nosotros”, seguimos siendo los mismos.
Tomás Pereda
Colaborador de Foro Recursos Humanos, de AZC GLOBAL