Hace dos años, aun sin ser conscientes, en España comenzábamos la que probablemente iba a ser una de las épocas de mayores cambios a las que íbamos a hacer frente. La pandemia ha supuesto todo un desafío y ha afectado a nuestras vidas de una manera que no imaginábamos. Nuestros hábitos y relaciones sociales se han transformado y hemos visto peligrar nuestra salud, así como la de nuestros allegados.
Ante esta situación, nos hemos visto obligados a convivir con la incertidumbre y hemos tenido que hacer grandes esfuerzos para adaptarnos a los constantes cambios, llevándonos en muchas ocasiones al desgaste y al agotamiento.
Sin duda alguna, la Covid-19 ha dejado secuelas que van más allá del plano físico. De hecho, uno de los principales efectos colaterales ha sido el impacto de la pandemia en la salud mental.
La pandemia silenciosa
Los efectos devastadores en la salud mental han puesto de manifiesto su importancia. Ha pasado de ser la gran olvidada a convertirse en una de las principales preocupaciones de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estamos viviendo una crisis sin precedentes: el deterioro de la salud mental ha sido considerado uno de los principales riesgos globales en 2022 (informe de riesgos globales, Foro Económico Mundial de Davos), entre los que también se sitúan el cambio climático, las enfermedades infecciosas y los ciberataques.
Los casos de ansiedad, estrés y depresión han aumentado drásticamente en los últimos años. A la espera de nuevos resultados, el estudio publicado en The Lancet (2020) mostró que el número de casos de trastornos depresivos y de ansiedad, a nivel global, aumentaron un 28 y 26% respectivamente. En el caso concreto de España, la prevalencia aumentó un 25% en el caso de los cuadros depresivos y un 30% en el caso de los trastornos de ansiedad. Sin embargo, las dificultades en el acceso a recursos específicos de salud mental han llevado a que, en España, las cifras de prescripción de ansiolíticos y antidepresivos hayan aumentado en las consultas de Atención Primaria. Un dato que puede resultar curioso, puesto que numerosas investigaciones demuestran que la respiración, entre otras estrategias adquiridas en el proceso de tratamiento psicológico, tienen tanto beneficio como los ansiolíticos.
Covid 19 y el bienestar psicosocial en el trabajo
Los problemas de salud mental no quedan únicamente delimitados al terreno personal, ni a colectivos concretos. De hecho, el trabajo y el entorno laboral se consideran determinantes en la salud mental de las personas. Así, en Europa, se estima que los trastornos mentales son la primera causa de baja laboral de larga duración, pudiendo aparecer en cualquier tipo de organización y persona.
Algunas de las condiciones laborales desfavorables, en gran medida agravadas por la pandemia, como son la falta de apoyo social, el exceso de control y bajos niveles de autonomía, la dificultad para equilibrar la vida personal y profesional y la hiperconexión digital, se relacionan con la aparición de estrés que, si no es intervenido en etapas tempranas, puede tener un impacto en la salud física y mental de las personas, siendo las enfermedades cardiovasculares y la depresión los escenarios más frecuentes.
Cabe destacar también el Síndrome de desgaste profesional o burnout (Clasificación Internacional de Enfermedades, CIE-10),recientemente reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y actualizado en la CIE-11, como enfermedad vinculada específicamente al trabajo. El también llamado agotamiento emocional, aparece como respuesta al estrés crónico y puede desembocar en cuadros depresivos. Y, si bien es cierto que los profesionales sanitarios son los más afectados por esta enfermedad, no son los únicos que están expuestos a su desarrollo.
Además de las consecuencias en la salud de los trabajadores, un pobre estado de salud mental puede aumentar el absentismo y la rotación del personal, así como disminuir el nivel de compromiso, o engagement, y la productividad, hasta un 30%.
En esta línea, entre los planes de la Estrategia de Salud Mental 2022-2026, además de su atención, el Gobierno tiene la intención de impulsar acciones para la prevención de los problemas de salud mental, del estrés y del acoso laboral. Asimismo, se busca que las empresas orienten sus intervenciones en materia de salud mental hacia la prevención, la detección temprana, el apoyo y la reincorporación o readaptación al trabajo.
Cultura orientada hacia la salud psicosocial en la empresa
La creciente prevalencia de los trastornos mentales en el lugar de trabajo hace que el apoyo por parte de las empresas sea uno de los servicios cada vez más demandados por parte de los trabajadores. Sin embargo, y pesar del continuo crecimiento de los problemas de salud mental, el estigma sigue siendo una de las principales barreras que impiden dar una visibilidad real.
¿Qué acciones se pueden llevar a cabo para instaurar una cultura que permita promover la salud psicológica en empresa?
- Prevenir la aparición de problemas de salud mental y evaluar el impacto de la pandemia y del entorno de trabajo.
El objetivo de cualquier acción preventiva debe estar dirigido a evitar la aparición de estrés. Para ello, es importante identificar qué factores, presentes en las organizaciones, están impactando en la salud mental de los trabajadores, detectar necesidades, presentes o futuras, y establecer planes de acción.
Redefinir las condiciones de trabajo, favorecer la participación de los trabajadores en la toma de decisiones y fomentar el apoyo social, son algunas de las medidas que se pueden implementar para aumentar el nivel de bienestar de los empleados y prevenir la aparición de estrés.
- Crear una cultura sensible a la salud mental, basada en la apertura y la escucha activa.
Numerosos estudios han demostrado que las figuras de liderazgo en el lugar de trabajo tienen un papel fundamental en la prevención de los problemas relacionados con la salud mental. Por ello, formar a los managers y mandos con personas a su cargo en la gestión de equipos, a partir de los modelos de liderazgo saludable, así como en la detección de problemas de salud, son algunas de las medidas que promueven una cultura de bienestar organizacional.
Estas formaciones deben estar dirigidas hacia el conocimiento de los síntomas que alertan de un posible problema de salud mental en los colaboradores, así como en la creación de entornos de trabajo sensibles, en los que se facilite el abordaje de este tipo de situaciones cuando sea necesario.
- Concienciar a los empleados del impacto que la salud mental tiene en su bienestar.
De igual manera, resulta interesante sensibilizar a los empleados, dotándoles de herramientas que permiten reducir la probabilidad de aparición de problemas relacionados con la salud. Este tipo de acciones capacitan al personal en el afrontamiento de situaciones susceptibles de impactar en su bienestar.
La formación debe estar principalmente dirigida a la promoción de hábitos saludables, los cambios de conducta y la resolución de problemas, así como hacia el desarrollo de estrategias de control del estrés.
- Implementar medidas de acompañamiento y apoyo individual.
Los programas de apoyo al empleado son una de las acciones que permiten el abordaje individual de situaciones particulares, tanto personales como profesionales, que pueden estar generando un malestar en los empleados, e incluso en sus familiares.
Además de ser un medida que fomenta el bienestar y normaliza los problemas de salud mental, facilitando la eliminación del estigma que rodea a la salud mental, los programas de apoyo psicológico ayudan en la resolución de situaciones cotidianas, evitando que estas se cronifiquen con el paso del tiempo.
El cuidado de la salud debe ser una prioridad.
Invertir en la salud mental de los trabajadores repercute positivamente en su bienestar y en el negocio, reduciendo las tasas de absentismo y aumentando los niveles de productividad.
Autor: Elena Martín Guardiola| Consultora en Stimulus España
