
Por lo que hemos podido conocer del Estudio, la autora expone como complementarios los mundos e –de electrónica y el i- de ilusión. Debidamente ordenados, se logra obtener lo más técnico de las personas, en clave humana. Los avances tecnológicos, tan inevitables como necesarios, han de estar regidos siempre por objetivos humanos, en los que la persona se reconoce como tal y, al gozar de ese protagonismo que le corresponde por naturaleza, consigue y aflora lo mejor de sí misma. Algo escuchado con frecuencia en conferencias y menos practicado en el diario acontecer de la vida empresarial.
Estas cuatro máximas responden a buena parte del mensaje i:
– el i -directivo produce i –empleados
– el i-empleado es embrión de un i-equipo
– el conjunto de i-equipos forman una i-empresa
– la i- empresa atrae y fideliza i -clientes
– el i-empleado es embrión de un i-equipo
– el conjunto de i-equipos forman una i-empresa
– la i- empresa atrae y fideliza i -clientes
Esta óptica más completa del ser humano es desatendida por muchos directivos. La ilusión es factor cualitativo que desconcierta a quienes sólo conciben el trabajo en términos cuantitativos. Es posible y necesario el tándem ilusión-trabajo, para que éste último deje de ser tantas veces alienante o inocuo. El entusiasmo supone una ventaja competitiva de mínimo coste pero de alta y estable rentabilidad empresarial. Esta tarde más en la presentación del Estudio de Sol Quesada.