Los primeros días en una empresa son clave para establecer una impresión positiva en el marco de la empresa. Lo es para el trabajador, pero también para la empresa que apuesta por la incorporación de un nuevo empleado que, de encajar en el esquema de negocio, va a querer retener. Sin embargo, muchas empresas -obsesionadas con la captación de talento- todavía están en proceso de entender primero, para desarrollar estrategias después, como de importante es la retención de este. Las encuestas internas de felicidad en el desarrollo de las tareas profesionales empiezan a esbozar, que un buen proceso de incorporación de los trabajadores contribuye a impulsar su productividad y su percepción de pertenencia a la cultura empresarial.
Al contrario de lo que ciertas compañías aplican, el proceso de onboarding no ha de terminar tras las primeras semanas. Durante, al menos, 90 días tras el inicio de la primera jornada laboral, continúan las dudas y las inseguridades. Por todo, es imprescindible favorecer la integración de las nuevas incorporaciones transfiriendo sobre el terreno el conocimiento y la experiencia adquiridos. En este sentido, cobra especial relevancia el rol del Buddy. Cada persona que se incorpore debe tener asignado un buddy durante los 90 primeros días en el que podrá apoyarse para dudas que puedan surgir sobre cualquier aspecto. Esta figura va a fomentar la integración de las nuevas incorporaciones y colaborar en la mejora de la ratio de consolidación de los equipos.
Además, el onboarding debe ser un proceso formativo diseñado con el objetivo de ayudar a los trabajadores a realizar con éxito su integración en una empresa. Para ello, los trabajadores tienen que tener acceso a información general de la compañía y enlaces a un plan de formación general y de cada departamento en particular. Con todo, se consigue que cada incorporación tenga toda la información necesaria y contribuye a su estabilidad durante los primeros meses en la compañía.
Por otro lado, realizar encuestas a los empleados a lo largo del año les va a servir a las empresas para tener una foto nítida de la evolución, de los factores principales a desarrollar y de la efectividad de los planes de acción puestos en marcha. Pero, no sólo es importante la implicación del nuevo trabajador o del buddy, para facilitar la implementación de este proceso los managers deben ser capaces de desarrollar a sus empleados. Por ello, es importante que tengan capacidades de coaching y liderazgo que impliquen a los empleados en el proyecto y en el desarrollo de planes de acción.
Aumentar la motivación y el compromiso de las nuevas incorporaciones y acortar la curva de aprendizaje es lo que va a favorecer la transmisión de la cultura y valores corporativos. Con un objetivo tan claro, está en las manos de las empresas llevar a cabo este tipo de procesos que optimicen el onboarding y mejoren las tasas de retención, algo que, hoy en día, es crítico para las empresas.
Autor: Carlos Segovia, director Financiero y de RRHH del Grupo QDQ