En España 4 de cada 10 trabajadores presenta síntomas compatibles con lo que los psicólogos llaman “síndrome de estrés post vacacional», un nombre que engloba al conjunto de sentimientos, sensaciones y pensamientos que nos asedian al regreso a la oficina tras las vacaciones. A nivel mundial, afecta al 33% de la población mundial trabajadora.
Las vacaciones son beneficiosas para nuestra salud mental y física y así lo demuestran numerosos estudios científicos. Los recesos veraniegos o invernales nos suman años de vida, ya que, entre otros beneficios, disminuyen los riesgos de un paro cardíaco. Pero, ¿qué sucede cuando esas vacaciones llegan a su fin y nos toca aterrizar en nuestra rutina?
Tengo síndrome postvacacional ¿estoy enfermo?
Desde un punto de vista psicológico se trata de una manifestación normal y esperable en toda persona que sufre estrés como consecuencia del proceso de readaptación a los hábitos laborales. En ningún caso este síndrome es una enfermedad, sino un conjunto de síntomas pasajeros.
De acuerdo con el informe “El síndrome postvacacional” presentado por la Sociedad Española de Medicina y Familia Comunitaria (semFYC) hablamos de molestias pasajeras (falta de interés, irritabilidad, nerviosismo, inquietud, tristeza, ideas de ruina, indiferencia) que remiten de forma espontánea hacia la primera o segunda semana. Dada la sintomatología del síndrome no se indica ningún tipo de medicación, aunque sí, una gran dosis de paciencia. Pero, resaltan en dicho informe «si el malestar no desaparece transcurridos esos primeros 10 o 15 días, ya no podemos hablar de un síndrome postvacacional” y es necesario consultar con un psicólogo. Por lo tanto, serán las peculiaridades de cada cual y su situación particular lo que determine, en gran parte, el curso y la evolución de dicho síndrome.
¿Qué personas son las más predispuestas a sufrirlo?
Si bien no existe un perfil concreto del trabajador más vulnerable a este tipo de afecciones, observamos ciertas características comunes o habituales que facilitan el síndrome, por ejemplo: personas jóvenes; personas que se han ido por largos períodos de tiempo; empleados afectados por el síndrome del burnout laboral; personas con menor tolerancia a la frustración; menor capacidad de resiliencia; trabajadores que le han atribuido una gran carga emocional a esas vacaciones porque lo planificaron como un viaje de autorrealización o autoconocimiento, como así, también, personas que han estado en situaciones de retiro o alguna otra circunstancia personal que afecte intensamente la reentrada. Por último, aquellas personas disgustadas con su trabajo o con su entorno laboral.
¿Cómo gestionarlo?
Pues existen distintas alternativas dependiendo de la situación en la que te encuentres:
Si todavía no te has ido…
Organiza tu regreso con la misma rigurosidad con la que has planeado tu partida. Considera cada detalle como una tarea más indicando así a tu cerebro que esté preparado para el retorno. Aunque no lo creas, volver con un plan ayuda a percibir la rutina con mejor disposición, más calma y sensación de control.
Si ya te has ido…
Desconecta de las redes sociales. El 58% de las personas que se mantuvieron conectadas reportaron dificultades para disfrutar a pleno de las vacaciones. Haz foco en lo que está sucediendo en cada uno de los momentos que vives en tus vacaciones y deja lo del posteo para cuando regreses que vas a tener tiempo de sobra para ello.
Por tu tipo de actividad puede que necesites estar al tanto de lo que ocurre en la empresa y no consigas desconectar al 100%. En este caso, organízate de tal forma que el descanso sea lo prioritario, tal vez dedicarle una hora al día para chequear mails, mensajes, gestionar, siempre a la misma hora ¡pero nada de laptop en la playa!
Si ya has vuelto…
- Programa tiempo para ponerte al día. «Organiza 4 bloques de 30 minutos cada uno en tu agenda para los dos primeros días e intenta devolver mails y llamadas», dice la doctora Jessica Kennedy, profesora de la Universidad de Vanderbilt.
- Evita la queja. Uno de los errores más comunes al regresar es la queja constante por el cansancio y la tristeza de haber terminado las vacaciones. Con esto solo vas a conseguir alargar el síndrome postvacacional, aumentarás el malestar y seguirás alimentando la exageración de la que nuestro cerebro se sirve en estos momentos.
- Regula los horarios, sobre todo los de levantarte e ir a dormir y también los de alimentarte, el período de adaptación requiere un par de días mínimo .La idea es conseguir disminuir la brecha entre vacaciones y rutina.
- Los primeros días rebaja tus actividades laborales un 5%. Comienza progresivamente y, para ello, dedica un tiempo a analizar qué tareas tienes que hacer, prioriza las más importantes y urgentes y comienza por las prioritarias siempre y si son sencillas y agradables mejor.
- Corta con los pensamientos recurrentes. Deja de revivir una y mil veces en tu mente aquello tan bueno de las vacaciones que echas de menos porque con eso lo único que consigues es llenarte de ansiedad y sensación de falta de control. Deja el pasado en su sitio, como un recurso gratificante, para permitir entrar en el presente. Ve a dar un paseo a la calle, despeja tu mente y refresca tu cara, enfócate en alguna actividad de tu gusto, escucha tu canción favorita: lo que se te ocurra con tal de cortar esa catarata de pensamientos que no te llevan a ningún lugar positivo.
- Además, para readaptarte a tu rutina y tomar contacto nuevamente con tus cosas puedes realizar acciones tan simples como ordenar los armarios, tomar contacto nuevamente con tus plantas (si es que las tienes), dedicarte un poco más a tus mascotas, hablar con tus amigos cercanos para que te cuenten lo que ha ocurrido durante tu ausencia, ir a hacer las compras para para completar la despensa. De este modo irás tomando contacto con tu presente más rápidamente.
- Comienza algo nuevo. Para que la ruptura entre lo nuevo y lo viejo no sea tan abrupta, comienza algo, leer un libro, ver alguna nueva serie, algún curso de manualidades, algún idioma, o lo que te apetezca. Esto te centrará y ayudará a ver con más ilusión el presente..
- Finalmente, tómatelo con calma. El síndrome postvacacional, por definición, es pasajero. Una vez que te hayas encarrilado en tu rutina, los síntomas desaparecerán. Es cuestión de actitud y de tiempo. Intenta no darle más importancia de la que tiene.
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Autoría: Contenido redactado por el Equipo de Contenido Clínico de TherapyChat liderado por Isabel Aranda psicóloga sanitaria y Clinical Content Officer
