Hace unos días, la Asociación Española de Directivos -AED- presentó el primer Código y Normas de Conducta de los Directivos, con el subtítulo “La ética y los valores: el camino para la sostenibilidad”.
En su breve pero bien argumentada exposición de motivos, identifica tres importantes razones para tener presente criterios éticos en toda decisión directiva:
En primer lugar, los valores de la democracia liberal han quedado en entredicho tras la última crisis financiera. Ello ha provocado un cierto recelo acerca del papel de la empresa y sus directivos, además de una pérdida de confianza en las instituciones y en el modelo de economía abierta e integrada en un proyecto europeo. Una percepción de creciente desigualdad sigue golpeando al sistema.
En segundo lugar, se interpela a los directivos sobre el enorme impacto que sus decisiones tienen en la sociedad, recordándoles su importante papel de liderazgo en dicha sociedad, más allá de la manoseada y maltratada Responsabilidad Social Corporativa. El sentido de misión o propósito cobra mayor importancia.
Y, por último, considera imprescindible la ética ante los grandes desafíos que representa la 4ª Revolución Industrial, tanto en sus enormes oportunidades como en sus inquietantes amenazas.
Decía Machado que “se canta lo que se pierde” y esta exposición de motivos nos lo recuerda. Quizá sea la razón por la que volvamos a hablar de estos temas.
Desde estos motivos se despliegan seis normas de conducta, en materia de: Cumplimiento de la legalidad; Personas: respeto, igualdad, diversidad, empleabilidad y conciliación; Sostenibilidad, social, económica y ambiental; Integridad: conflicto de intereses, información y confidencialidad; Transparencia; Excelencia, profesionalidad y protección de los bienes de la organización
Esta iniciativa nos devuelve de nuevo a nuestras conversaciones de las últimas semanas. Hablamos sobre la necesidad de incorporar una sabiduría que nos responda a la pregunta sobre “qué debemos hacer”. Hablamos también acerca de cómo la empresa debe asumir un mayor protagonismo ante los retos sociales, debate muy presente en la reciente conferencia de Davos. Comentamos también sobre cómo la sostenibilidad social, tecnológica y ambiental se convierten en un requisito básico para el crecimiento económico. Señalamos también, cómo los profesionales, sobre todo las nuevas generaciones, exigen encontrar un sentido de propósito social en la actividad de la empresa para la que trabajan. Y todo ello, porque si todo esto no se resuelve bien, la potencial conflictividad e inestabilidad social puede comprometer muy seriamente el desarrollo de nuestras empresas.
Hace años la catedrática Adela Cortina decía que lo contrario de lo moral no es lo inmoral, sino la desmoralización, ese estado de desánimo que impide progresar a personas, empresas y sociedades. Algo que no podemos permitirnos ante los retos que nos esperan.
Volvemos a los fundamentos, Aristóteles anda nuevamente por nuestras salas de dirección, porque nosotros, los de entonces, los que seguimos haciéndonos preguntas sobre aquello que merece ser hecho, seguimos siendo los mismos.
Tomás Pereda
Colaborador de Foro Recursos Humanos, de AZC GLOBAL